miércoles, 7 de noviembre de 2012

Ojos azules

No sabe por qué comenzó, pero fue un nuevo destello en su vida. Tras unos días, que parecieron años, en que todo se anunciaba un definitivo estancamiento, la existencia renació.
La encontró en el bar que frecuentaba para tomar café, mientras leía el periódico de siempre. Ojos azules que brillaban como perlas, acento exótico extranjero para pedir la consumición. No se acuerda qué pidió, solamente que el tiempo se detuvo y, por más que quiere pensar en algún instante bonito anterior, todo le hace indicar que su vida comenzó en ese momento.
Intentó saludarla, conocerla durante las siguientes tardes en que la vio, ya que siempre aparecía por el mismo bar a la misma hora.
Pero no fue posible, el hombre que entró en el bar armado le disparó, y cayó al suelo sin sentido.
Días después, aunque el asesino salió corriendo, se supo que había sido su marido. Hasta entonces, la violencia de género había sido para él un cuento que ocurría fuera, en otra galaxia, ya que siempre había pensando en sí mismo, aislado en su propio mundo. Después, todo cambió en su vida, la tristeza lo invadía cada vez que pensaba en el hecho, pero nunca más las injusticias y las desgracias le fueron cosas ajenas, de fuera.
Hace poco me ha contado de nuevo la historia, y aunque se arrepiente de haber sido en su momento tan tímido y se lamenta de no haber sabido defenderla, los brillantes ojos azules de aquella dama, todavía iluminan su camino.

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