domingo, 4 de noviembre de 2012

Un domingo cualquiera

Se encontraron un domingo cualquiera, si no recuerdo mal, fue por la tarde. Esas tardes grises de otoño, en que apetece llegar pronto a casa. Sin embargo, al verse, tras años sin contacto, él la invitó a tomar un café. Conocía una cafetería cerca y ella no se atrevió a decirle que no, pues se sentía en deuda después de haber permanecido en silencio todos esos años. Él volvió a remarcar las veces que la había intentado localizar sin éxito... ella accedió a creerse todo eso, pero también pensaba que hoy en día es difícil no encontrarla, pues en internet había información sobre ella, así que consideró que era algún tipo de mentira cortés. Lo importante fue que hubo cierto diálogo, cierta fluidez, que alegró a ambos.
-No podemos volver al pasado - dijo ella - así que tampoco le des más vueltas a por qué no nos hemos visto, ni por qué no sabemos nada el uno del otro.- Esta frase le animó.
Al final, él le propuso que podrían quedar de nuevo cualquier día. Se dieron los teléfonos, se dieron los correos. Ahora parece que podrían de nuevo quedar. Parece que todo podría volver a comenzar...
-Traeré a mis hijos y mi marido para que los conozcas, la próxima vez que quedemos.- Estas palabras de ella fueron para él un agua tan fría como la que pudiera caer en todos los inviernos de su vida.
Después de todo, los años no pasan en balde.

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